Y es que nuestro territorio está salpicado por una gran cantidad de antiguas factorías dedicadas al sector. Algunas han sido restauradas, otras, sin embargo, son mudo testigo del esplendor que un día tuvieron.
Aletargados tras su penúltimo viaje descansan estos convoyes, esperando una vida mejor que le es negada gracias a esos individuos que se empeñan en demostrar día a día su inteligencia, su cultura y su arte destrozando todo lo que encuentran a su paso.
Desde hace años un único sonido emerge del interior de las paredes de esta mansión. Un sonido que hiela la sangre por provenir de algo invisible, intangible, pero que se hace notar para desgracia de muchos.