A estas alturas y aunque parezca increible, dentro de los lugares abandonados seguimos encontrando componentes que nos sorprenden de un modo u otro. Esta casa rural no iba a ser una excepción. En esta ocasión, la máxima de no llevarse nada del lugar se hizo muy difícil de cumplir. ¿A quién no le hubiese gustado llevarse uno? Pero las normas son las normas, y están para cumplirlas.